En pleno apogeo mediático por la muerte Fidel Castro, me pilló leyendo el libro «Y de repente fue ayer». Libro que me acercaba precisamente a ésa época de la cual yo era totalmente ajeno y me aportó varias perspectivas precisamente a ello, a la muerte del cabeza de estado y sus claroscuros continuamente expuestos en variopintas tertulias televisivas y radiofónicas en ésos días sucesivos al fallecimiento de Castro.
Sinceramente, tenía ganas de leer a Boris Izaguirre ya que de «oídas» tenía entendido que era bueno escribiendo y quería ver como colapsaba la imagen «marciana» televisiva que tenía del personaje con el escritor. Y ciertamente, escribe muy bien. Lejos de cualquier personaje interpretado con anterioridad, desnuda un verso y un ritmo bastante bueno al menos en el libro en mención.
«Y de repente fue ayer», como digo, trata de los años previos al golpe de estado y la oscuridad que envolvía a la sociedad de la época. Todo conducido por un niño que queda huérfano en edad temprana y vive situaciones que le marcarán a nivel psicológico de por vida. Una vida en la que se entrelazan grandes actores, novelas de renombre, el inicio de la televisión del país y él como pieza clave, el general previo y posterior al golpe de estado y el amor y desamor, existente y carente que desprende hacia varios personajes que le acompañan en su vida.
Una lectura muy recomendada. Amena una vez consigues desenmarañar los primeros capítulos que a mi punto de vista son demasiado poéticos y con alto nivel de prosa, lo que puede llevar a cansancio al lector no tan habituado.
Y de repente fue ayer, es un libro que consigue transmitir sensaciones trasladándote a la isla caribeña e incluso en mi caso, consiguió que me interesara más por una sociedad que, como digo, era completamente desconocida.
Lectura: Nov-Dic 2016